The neon man

Fotografías logradas a partir de una lámpara de leds que se movió dentro de un cuarto bastante oscuro. La cámara, montada en un tripié (pues el tiempo de exposición así lo requería), captó a un curioso hombre de neón en movimiento.

Alcatraz a las doce.
Tomado por Jazmín Martínez.

Dada la lentitud de este asunto, espero, en breve (quizás hoy en la noche) poder subir Alcatraz a las siete.

Primerizos en la cámara

Conclusión: la cámara no hace al fotógrafo, pero cómo ayuda.

La práctica pasada tenía el fin de que tomáramos fotografías con distintos tipos de luz: Cenital (a la cual no puedo evitar referirme como "genital"), frontal, suave, dura y lateral eran los logros lumínicos que debíamos alcanzar con nuestras respectivas cámaras (reflex, todos unos profesionales).

Si bien el resultado no fue el mejor (el efecto contraluz nomás no se me dio), fue mil veces "más mejor" que si lo hubiera hecho con mi casi olvidada cámara digital.

Aquí las fotos que resultaron de la práctica.

P.d: ahí vamos, pasito a pasito.

Foloumí on tuírer: @isadoralucrecia

FIG. 1: luz dura

FIG.2 : luz cenital (bastante mal lograda).

FIG. 3: contraluz (íbid.).

FIG. 4: luz frontal

FIG. 5: luz suave

FIG. 6: luz lateral

Estenopos y estenopeicos

La descripción del principio estenoeico es tan vieja como el mismo Imperio Chino. Ya en el siglo V a. de C. el filósofo Mo Ti se refirió la formación de una imagen, invertida, en una pantalla a través de un orificio (que hoy conocemos como estenopo). La fabricación de una cámara estenopeica, que prescinde de elementos mecánicos, es una tarea más bien fácil que puede llevarse a cabo con unos cuantos materiales cotidianos. Interesante es saber que existen fotógrafos contemporáneos que, en un dejo de nostalgia por la fotografía estenopeica, han retomado este estilo para hacer frente al creciente abuso tecnológico que presenta la fotografía actual. Uno de ellos, Antonio Bun, presentó una curiosa retrospectiva de retratos estenopeicos, allá por enero de 2007, con la ayuda del INAH. Aficionados de todo el mundo comparten, incluso, un Día Mundial de la Fotografía Estenopeica, en los meses de abril. En la red es posible encontrar diversos sitios dedicados a este arte. Para mayor referencia se puede consultar http://www.pinholeday.org/?setlang=es.

Historia de la fotografía en México.

De la mano de una reconocida primera actriz mexicana (cuyo nombre no puedo recordar en este momento) el documental Historia de la Fotografía en México nos invita a recorrer un nostálgico camino de lo que fue la llegada de este arte al país. En tiempos del boom daguerrista, no faltaron en México los franceses que trajeron consigo la novedad que traía de vuelta al mundo. Es posible que muchos de ellos se decidieran por una residencia permanente, cuando se dieron cuenta de lo exitoso (y lucrativo) que resultaba ser daguerrotipista en este país. Sin embargo fue quizás después, ya durante el porfiriato, que el oficio de fotógrafo trascendió al plano oficialista. Wilhelm Kahlo (padre de la famosa pintora) fue el encargado de registrar fotográficamente a la boyante sociedad afrancesada e industrializada (al menos en su sector más pujante) que se perfilaba moderna y llena de vida. La fotografía cambió, no sabemos si para bien o para mal. Lo que es indiscutible es que no podemos negar la nostalgia que nos aplasta al observar un viejo retrato en blanco y negro, plasmado en un papel que huele a viejo y enmarcado en algún curioso álbum de fotografías, algo que con el avance de la fotografía digital se ha ido evaporando poco a poco.

Desde la cámara oscura descrita por Aristóteles, en épocas de la antigua Grecia, hasta el día de hoy, la evolución de la observación de los fenómenos lumínicos nos llevó hasta la creación de algo tan complejo como la fotografía contemporánea.

Detrás de la gabardina beige yace una réplica de este instrumento (caja negra) que permite ver una imagen proyectada a través de un minúsculo orificio de luz, hecho al otro extremo de la pantalla reflejadora. Sin embargo, cabe decir que la imagen que obtuvimos no fue de lo más nítida (quizás algo tuvieron que ver las nubes que concurrían en el cielo, obstruyendo el paso de la luz). La mayor eventualidad fue el olor a solvente que despedía la recién pintada cámara oscura, cuyo aroma se concentraba al máximo dentro de la gabardina aislante del luz. Al cabo de unos minutos a cual más se le ocurría la visión de cualquier cosa.

(Grillos chirriando a lo lejos)

Una fotografía del curioso collage de la clase pasada.

¿Qué aprendí en esa clase? Honestamente: primero, que hay gente que nunca va a los museos, exposiciones, exhibiciones o cualquier otro espacio de manifestación cultural. Segundo, que hoy me atrevo a pensar que al 90% de mis compañeros les interesa la fotografía exclusivamente desde el punto de vista del facebook y la exhibición social, no como instrumento del arte. Tres, que tengo que peinarme más seguido.