sábado, 29 de enero de 2011

Del arte de escribir con luz.

Quizás impulsado por su inherente deseo de la permanencia eterna de las cosas, el ser humano creó la manera de apropiarse de las imágenes que le representaban algo. Entonces nació la fotografía, pero cierto es que desde que Niepce y Daguer comenzaran sus respectivos experimentos en materia, allá por el siglo XIX, un mutis de arte se apropió de la disciplina fotográfica.

No es aleatorio que personas como Lewis Carroll o el magnífico Degas hayan sido fotógrafos aficionados en sus épocas de producción artística. Quizás gracias a esta fijación podamos explicarnos la riqueza realista que, en cuestión de expresión y garbo, tiene aquella pequeña niña de bronce, conocida simplemente como la Bailarina de Degas. Ese momento expresivo pudo haber sido captado sólo por alguien fascinado con la contundencia de un momento susceptible de volverse imagen. Sería totalmente comprensible entender a un Degas cuya fascinación por la imagen permanente haya tal vez evolucionado, desde la fotografía hasta la escultura, rama del arte cuya esencia supone la materialización non-plus-ultra. Después de todo, como dijo Marcel Duchamp, “el arte es una droga que genera adicción”.

2 comentarios:

  1. Se dice que, usando la iluminación adecuada y con el ángulo debido, puedes capturar almas con la lente.

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  2. Muy bien por tu reporte y por tu opinión personal. Tarea revisada.

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